Entrevista realizada a Ramón Columba (1891-1959) aparecida en el Nº 4 (Diciembre-Enero 1954) de la revista “Dibujantes”.
Ramón Columba, como presidente y fundador de la Asociación Argentina de Editores de revistas, hace tres años, dio su opinión sobre la historieta llamándola “la princesita mimada del periodismo moderno” y ofreció cifras que impresionaron por lo insospechadas;
¡Nuestras revistas de historietas –dijo. Editan ciento cincuenta millones de ejemplares por año! No hay país del mundo que nos supere en este renglón. De ahí la importancia para los dibujantes argentinos de todo lo que se relaciona con esta actividad que se ha convertido en otra producción característica del país.
-Producimos carnes, cereales...e historietas- nos dice nuestro reporteado agregando: Hay dibujantes argentinos que ganan alrededor de diez mil pesos mensuales por el simple permiso de reproducir sus historietas en el extranjero.Este magnífico florecimiento del dibujo se inicia –que duda cabe- con “Páginas de Columba”, la primera revista consagrada al dibujo y a los dibujantes criollos.
Interesará por ello conocer la trayectoria de Ramón Columba desde sus comienzos. Veamos.Un muchacho “porteño”, nacido en las sierras de Córdoba se sienta en los bancos de una escuela del Estado en nuestra capital y allí lo descubre un gran pintor napolitano, Eugenio Limarzi, profesor de dibujo, a la sazón, de los grados primarios.-¿Cómo consigue hacer estos retratos al carbón? ¿Cuadriculas el original?- No. Los hago a mano y a ojo, nomás –es la tímida respuesta del autodidacta que queriendo imitar a un “retratista al lápiz” de un negocio cercano a su casa, no había reparado que aquél hacía bromuros retocados al lápiz Conté.
En Hollywood (California) cuando después de ser “desahuciado” por los periodistas mejicanos de que no lograría llegar a entrevistar a los astros del cine –pronóstico confirmado allí por los colegas norteamericano- fue tan grande la propaganda que le hizo el gran diario de Los Angeles “Los Angeles Daily Times”, que “llegó” a todos, a Carlitos Chaplin, Norma Talmadge, Douglas Fairbanks, Mary Pickford, Mary Prevost, Monte Blue, Irene Rich, Rodolfo Valentino, Collen Moore y Luisa Fazenda, hasta agotar el elenco de las luminarias hollywodenses de la época.
Cuando Ramón Columba inició en 1923 –hace precisamente treinta años- su revista “Páginas de Columba”, las puertas de esta primera revista criolla se abrieron de par en par, para todos los lápices noveles y así entraron a publicar sus primeros trabajos: Dante Quinterno, Divito, José Luis Salinas, Raúl Roux, Gonzáles Fossat, Iribarren, Tabernig, Muñiz, Cotta, Linaje y Valdivia, entre otros. Hasta entonces las revistas porteñas estaban dirigidas y dibujadas por maestros europeos radicados entre nosotros. Ellos eran: Stein. Sojo, Mayol, Cao, Zavattaro, Villalobos, Gimenez, Eusevi, Redondo, Friedrich, Medina Vera, Martinez Jerez, Alonso, Málaga Grenet, Navarrete, Olivella, Rojas...
Estos fueron los que nos enseñaron el camino –declara Columba- aunque yo me confieso, en particular, discípulo de José María Cao, el gran caricaturista que después de haber colaborado en “Don Quijote” con Eduardo Sojo, se convirtió en el primer lápiz de “Caras y Caretas”. (2)-¿Cómo se reveló en usted la vocación por el humorismo?- Fue debido a la admiración que me inspiraban, precisamente, las caricaturas de Cao en “Caras y Caretas” a comienzos del siglo.
-¿Y usted llegó a conocer al maestro?-Una sola vez cambié breves palabras con él. Fui a verlo con Pelele para pedirle su cooperación. Estábamos organizando en 1917, un Salón de Humoristas y le solicitamos algunos originales.
-¿Cuándo fundó “Páginas de Columba?- En 1922, en forma de álbum de caricaturas. Se vendía en las librerías y dado el éxito alcanzado y con el apoyo del comercio –a la Franco Inglesa y a la Cervecería Quilmes, les debo el primer apoyo- en 1923, la hice revista popular y así comenzó “Páginas de Columba”. Daba un “Suplemento Infantil”, cuatro hojitas en papel de color, con historietas que gustaron tanto que, cinco años después, en 1928, se convirtieron en 16 páginas grandes: “El Tony”. A ésta le siguió “Intervalo” en 1945, “Fantasía” en el año Sanmartiniano (1950) y en el 51, “Intervalo Extra”.
-¿A qué se debe según usted, el triunfo de la historieta?-A la constante avidez de los lectores por la aventura de que antes eran intérpretes Dumas y Julio Verne. La versión literaria se siente ahora enriquecida por la prodigiosa imaginación de los dibujantes. Hay otra ventaja en nuestra labor y es la síntesis gráfica. “Un dibujo dice más que mil palabras” –según el proverbio chino. Y eso se cumple en la historieta, ayudando a conocer –en cuanto a las novelas adaptadas de “Intervalo” e “Intervalo Extra” se refiere- obras extensas que antes no llegaban a la masa.
- De sus palabras deducimos las grandes perspectivas que se abren para los dibujante.- Ustedes calculen...Vale decir que los aficionados pueden entregarse a practicar dibujo con la confianza de que no va a faltar trabajo y buena remuneración para ellos. Los buenos, actualmente no da abasto, aun cuando ya son muchos. Y como en todas las profesiones triunfan los mejores, por su talento y experiencia. Cuando estuvo Walt Disney en Buenos Aires, hace dos años, quedó sorprendido cuando le presenté a casi trescientos dibujantes argentinos. “No sospechaba encontrar un foco tan grande y dudo que lo supere Nueva York” –me dijo.-¿Cuántos artistas colaboran en la Editorial Columba?- Alrededor de cuarenta. Algunos, como Eugenio Colonesse, (3) que aunque es un chico italiano puedo decir que es “producto exclusivo de nuestra editorial”. Yo tengo el honor de haber guiado sus pasos. Entre los restantes, se destacan: Rapela, D’Aderio, Jorge y Arturo Pérez del Castillo, David y Angel Borisoff, Alfredo Ferroni, Cozzi, Marius, Sesarego, Letteri, Llambí, Casalla, Moraga, Haupt, Videla, Salomón, Novelle, Savino, Della Porta, Le Voci, Margarita López Medana, Barbieri, Muñoz Barris y Linage.
- Una palabra par los aficionados, señor Columba...Que les agradezco a todos los que confían en mis consejos. Tengo cartas que vienen de los más apartados rincones del país. Hasta de Punta Arenas (Chile). Me agobia la responsabilidad de pensar que muchos hacen depender de mí su porvenir. Eso es demasiado. Yo lo único que puedo hacer es darle las normas que, a mi juicio, sirven para llegar, aunque siempre hay factores que conspiran contra la buena suerte.
-¿Cuáles son esas normas? Buscar, primeramente, un maestro de los consagrados y copiar su estilo. Copiarlo tanto como se pueda, y una vez adquirido el estilo, practicar del natural hasta moldear cada uno su personalidad. Así hizo Colonesse y varios otros. Y ya ven el resultado.-
¿Podría darnos, para terminar, una síntesis de sus trabajos de dibujante y humorista?- Sí, con mucho gusto: He editado muchos álbumes. La mayoría, con centenares de apuntes rápidos, “relámpago”, que a los periodistas norteamericanos les inspiró ese apodo que me pusieron: “El pirata de la expresión”, porque dicen que yo se la robaba casi sin que se diera cuenta, al caricaturado (sic). He hecho, además, varias exposiciones en nuestra capital y ciudades del interior. He ideado la conferencia dibujada que consiste en hablar y dibujar. Dibujé desde el año 39 al 46, en “Sucesos Argentinos”, el noticiero cinematográfico. He publicado tres tomos de “El Congreso que yo he visto”, que son mis memorias de taquígrafo parlamentario. Como ustedes saben, pasé cuarenta años en el Congreso. Entré el año 1907 y me jubilé el 46. Preparo ahora un cuarto tomo. En estos libros he compilado mis caricaturas políticas hechas durante ese lapso, en diarios y revistas. Las he salvado así, del fácil olvido de la posteridad. Hice tres viajes a Europa y dos a Estados Unidos entrevistando a reyes, presidentes y dictadores.Nosotros, pensando en esta labor inmensa, nos despedimos del maestro de la caricatura argentina, agradeciendo en nombre de “Dibujantes” este reportaje que ha de proporcionar una gran dosis de optimismo y un magnífico ejemplo, a todos los que en nuestra tierra, quieran hacer algo “con un simple lápiz en la mano”.
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