la ETNIA BEREBER
Se llama Bereberes o Imazigen (en singular: Amazig) a las personas que descienden de los pueblos autóctonos del norte de África, desde Egipto occidental (Siwa) hasta el Atlántico, para distinguirlos de otras aportaciones posteriores (árabes, andalusíes, etc.).
Por ello, toda esta región se ha llamado también Berbería.
Los berberiscos o bereberes, como generalmente se les conoce, constituyen la mayoría de la población de los actuales Estados de Libia, Túnez, Argelia y Marruecos. Antes de la invasión árabe-marroquí también era común su presencia como nómadas tuareg en el antiguo Sahara Español.
La palabra "bereber" procede del latín barbarus (de donde procede también la palabra española bárbaro), palabra tomada del griego barbaroi o bárbaros, que significa extranjero, con la que se designaba a los pueblos ajenos a la civilización grecorromana. Los árabes heredaron de griegos y romanos esta denominación y llamaron a los pueblos norteafricanos barábir, plural de barbar.
Ellos no emplean este término y se designan a sí mismos con el nombre de sus tribus o se valen del vocablo amazig (en plural imazigen), que significa libre; su femenino, tamazigt, la libre, se aplica a su lengua.
Otros, al contrario, afirman que no fueron llamados bárbaros por los griegos o romanos que denominaban a los habitantes de la zona occidental de África mauri (moros). Los bereberes consideran ambas denominaciones peyorativas y se refieren a sí mismos como amazig, "hombres libres".
A pesar de los abundantes vestigios prehistóricos y de los datos proporcionados por las fuentes escritas griegas, latinas y árabes, se ignora casi completamente la historia pre-islámica de los bereberes.
La palabra "bereber" procede del latín barbarus (de donde procede también la palabra española bárbaro), palabra tomada del griego barbaroi o bárbaros, que significa extranjero, con la que se designaba a los pueblos ajenos a la civilización grecorromana. Los árabes heredaron de griegos y romanos esta denominación y llamaron a los pueblos norteafricanos barábir, plural de barbar.
Ellos no emplean este término y se designan a sí mismos con el nombre de sus tribus o se valen del vocablo amazig (en plural imazigen), que significa libre; su femenino, tamazigt, la libre, se aplica a su lengua.
Otros, al contrario, afirman que no fueron llamados bárbaros por los griegos o romanos que denominaban a los habitantes de la zona occidental de África mauri (moros). Los bereberes consideran ambas denominaciones peyorativas y se refieren a sí mismos como amazig, "hombres libres".
A pesar de los abundantes vestigios prehistóricos y de los datos proporcionados por las fuentes escritas griegas, latinas y árabes, se ignora casi completamente la historia pre-islámica de los bereberes.
Algunos autores modernos relacionan a los bereberes con los fenicios, celtas, vascos, pueblos del Cáucaso y hasta con los precolombinos de América. Lo único cierto es que los bereberes ya habitaban el norte de África desde una época muy antigua. Los autores clásicos los designaban con los nombres de númidas en la región oriental, gétulos en las altas mesetas, moros en el extremo occidental, etc.
Los fenicios, cartagineses y griegos fundaron varias colonias, entre las que sobresale Cartago. Durante las guerras púnicas comienzan a constituirse algunos Estados bereberes. Masinisa, con el apoyo romano, reúne toda la Numidia. Consigue fundar un reino que llegaba desde el Muluya hasta Libia. Su duración fue efímera y terminó convirtiéndose en una provincia romana lo mismo que el reino bereber de Mauritania.
Los fenicios, cartagineses y griegos fundaron varias colonias, entre las que sobresale Cartago. Durante las guerras púnicas comienzan a constituirse algunos Estados bereberes. Masinisa, con el apoyo romano, reúne toda la Numidia. Consigue fundar un reino que llegaba desde el Muluya hasta Libia. Su duración fue efímera y terminó convirtiéndose en una provincia romana lo mismo que el reino bereber de Mauritania.
La dominación de Roma en el norte de África se mantuvo hasta el s. V de la Era cristiana. La romanización se extendió por las zonas costeras, pero no penetró en las regiones montañosas ni en las altas mesetas. Después de la rápida invasión de los vándalos, dominaron la Berbería los bizantinos, aunque su autoridad no fue nunca reconocida por todos los pueblos.
Cabe apuntar que en torno al siglo III a. C. se produce el poblamiento de las islas Canarias por parte de grupos humanos bereberes, en condiciones que se desconocen. La cultura prehispánica canaria de origen bereber, también llamada guanche, se desarrollará en las islas hasta la conquista europea del siglo XV.
A mediados del s. VII comienzan las primeras incursiones árabes. Con la fundación de Qayrawán por 'Ugba en el año 670, los árabes tienen una base de operaciones, aunque tropiezan con una seria resistencia bereber organizada por Kusayla y la legendaria Kahina, pero, a finales del s. VII y principios del VIII, ocupan definitivamente todo el África del Norte. Con su conversión al Islam, los bereberes colaboran con los invasores para someter el resto de la Berbería y España.
Muy pronto adoptan la herejía járiyi y por considerarse mal tratados por los árabes se sublevan contra éstos en 740, al mando de Maysara. Los árabes sufrieron sangrientas derrotas e incluso fueron expulsados de Qayrawán en 756. Después de muchas vicisitudes surgen una serie de Estados dirigidos por jefes de origen árabe o que se atribuyen una genealogía árabe como los Rustumíes que fundan el reino de Tahart (761-908), el de Siyilmasa regido por los Banu Midrár, los Idrisíes de Marruecos y otros reyezuelos que no obedecen al califa abbasí de Bagdad. Solamente reconocía a éstos la dinastía semiindependiente de los Aglabíes (800-909), que se consolidan en Túnez y llegan a ocupar Sicilia.
A los Aglabíes suceden los Fatimíes de tendencia herética si'i, que en muy pocos años consiguen crear un gran Imperio que se extiende desde Egipto hasta el Atlántico. Después de la fundación de El Cairo en 973, los Fatimíes se desinteresaron de la Berbería, que cayó presa de las luchas de las distintas tribus bereberes.
Los Omeyas españoles
Los Omeyas españoles aprovecharon esta situación tan anárquica para proseguir su política de penetración después de la conquista española de Ceuta en 931. Apoyándose en los distintos grupos bereberes, el califato de Córdoba estableció una especie de protectorado con capital en Fez, al mismo tiempo que contingentes bereberes cruzaron el estrecho de Gibraltar para engrosar los ejércitos mandados por Almanzor y sus hijos. Estos mercenarios bereberes establecidos en la península ibérica contribuyeron decisivamente a la caída del Califato y al consiguiente fraccionamiento de al-Andalus en múltiples reinos de Taifas; muchos reyezuelos fueron bereberes. Cabe destacar a los Ziríes, que se establecieron en Granada. No podemos olvidar el significativo intento de los Hammüdíes, bereberes idrisíes que pretendieron suplantar a los Omeyas y consiguieron en algunos momentos ser reconocidos como califas de al-Andalus por la mayor parte de la población musulmana de la Península.
El fraccionamiento político del norte de África y de España desapareció a finales del s. XI cuando los sanháya del sur de Marruecos consiguieron crear el gran Imperio almorávide.
Cabe apuntar que en torno al siglo III a. C. se produce el poblamiento de las islas Canarias por parte de grupos humanos bereberes, en condiciones que se desconocen. La cultura prehispánica canaria de origen bereber, también llamada guanche, se desarrollará en las islas hasta la conquista europea del siglo XV.
A mediados del s. VII comienzan las primeras incursiones árabes. Con la fundación de Qayrawán por 'Ugba en el año 670, los árabes tienen una base de operaciones, aunque tropiezan con una seria resistencia bereber organizada por Kusayla y la legendaria Kahina, pero, a finales del s. VII y principios del VIII, ocupan definitivamente todo el África del Norte. Con su conversión al Islam, los bereberes colaboran con los invasores para someter el resto de la Berbería y España.
Muy pronto adoptan la herejía járiyi y por considerarse mal tratados por los árabes se sublevan contra éstos en 740, al mando de Maysara. Los árabes sufrieron sangrientas derrotas e incluso fueron expulsados de Qayrawán en 756. Después de muchas vicisitudes surgen una serie de Estados dirigidos por jefes de origen árabe o que se atribuyen una genealogía árabe como los Rustumíes que fundan el reino de Tahart (761-908), el de Siyilmasa regido por los Banu Midrár, los Idrisíes de Marruecos y otros reyezuelos que no obedecen al califa abbasí de Bagdad. Solamente reconocía a éstos la dinastía semiindependiente de los Aglabíes (800-909), que se consolidan en Túnez y llegan a ocupar Sicilia.
A los Aglabíes suceden los Fatimíes de tendencia herética si'i, que en muy pocos años consiguen crear un gran Imperio que se extiende desde Egipto hasta el Atlántico. Después de la fundación de El Cairo en 973, los Fatimíes se desinteresaron de la Berbería, que cayó presa de las luchas de las distintas tribus bereberes.
Los Omeyas españoles
Los Omeyas españoles aprovecharon esta situación tan anárquica para proseguir su política de penetración después de la conquista española de Ceuta en 931. Apoyándose en los distintos grupos bereberes, el califato de Córdoba estableció una especie de protectorado con capital en Fez, al mismo tiempo que contingentes bereberes cruzaron el estrecho de Gibraltar para engrosar los ejércitos mandados por Almanzor y sus hijos. Estos mercenarios bereberes establecidos en la península ibérica contribuyeron decisivamente a la caída del Califato y al consiguiente fraccionamiento de al-Andalus en múltiples reinos de Taifas; muchos reyezuelos fueron bereberes. Cabe destacar a los Ziríes, que se establecieron en Granada. No podemos olvidar el significativo intento de los Hammüdíes, bereberes idrisíes que pretendieron suplantar a los Omeyas y consiguieron en algunos momentos ser reconocidos como califas de al-Andalus por la mayor parte de la población musulmana de la Península.
El fraccionamiento político del norte de África y de España desapareció a finales del s. XI cuando los sanháya del sur de Marruecos consiguieron crear el gran Imperio almorávide.
Los almorávides, que intentaron una reforma religiosa dentro de la ortodoxia musulmana, sometieron todo Marruecos y parte de Argelia hasta el Senegal. Después de la batalla de Zalaca (1086), que no tuvo grandes consecuencias, a pesar de la derrota cristiana, los almorávides se deciden a intervenir en España y destronan a los reyes de Taifas. Hostilizados por los cristianos en la Península y los masmüdas, bereberes del Atlas, muy pronto decae el poder de los almorávides. Ibn Tümart supo atraerse a los masmüdas a la doctrina almohade. Por segunda vez en la historia una gran tribu bereber consigue crear un Imperio que se extiende por todo el norte de África desde el Atlántico hasta Libia. Los almohades también ocuparon la España musulmana y durante muchos años frenaron la ofensiva cristiana.
La dinastía almohade acaba oscuramente en 1269, después de un largo proceso de decadencia y anarquía. Esta situación es aprovechada por otra gran familia bereberes, los benimerines, que pertenecían a la tribu zanáta. A principios del s. XIII, penetraron violentamente en Marruecos los benimerines con el apoyo de otras tribus zanátas. El emir Abu Yahyá logra fundar un reino, cuya capital, Fez, había sido ocupada por capitulación de la guarnición almohade. Su hermano y sucesor Abu Yusuf Ya'gub fue el verdadero fundador de la dinastía, tras la ocupación de Marrakech, y el soberano más poderoso del occidente musulmán. Los benimerines intervinieron en los asuntos de España y chocaron continuamente con los 'Abd al Wadíes de Tremecén y, finalmente, con los Hafsíes de Túnez.
Con la anexión de estos dos Estados, Abul Hasan (1331-51), sultán de los benimerines, rehace la unidad política de toda la Berbería y consigue la supremacía de los zanátas. En menos de dos años, el Imperio de los benimerines se derrumba y da lugar a un nuevo fraccionamiento, ya definitivo, de la Berbería.
A partir del s. XV, se inicia la intervención cristiana en esta zona con la ocupación de Ceuta por los portugueses en 1415; la instalación de la autoridad turca en Argel en el s. XVI rompe la unidad cultural de la Berbería, al ponerse en contacto Argelia y Túnez con el Islam oriental, mientras que Marruecos será el refugio de la tradición andalusí.
Etnias
Los pueblos bereberes son de raza blanca en general, pero no constituyen un tipo homogéneo desde el punto de vista antropológico.
La dinastía almohade acaba oscuramente en 1269, después de un largo proceso de decadencia y anarquía. Esta situación es aprovechada por otra gran familia bereberes, los benimerines, que pertenecían a la tribu zanáta. A principios del s. XIII, penetraron violentamente en Marruecos los benimerines con el apoyo de otras tribus zanátas. El emir Abu Yahyá logra fundar un reino, cuya capital, Fez, había sido ocupada por capitulación de la guarnición almohade. Su hermano y sucesor Abu Yusuf Ya'gub fue el verdadero fundador de la dinastía, tras la ocupación de Marrakech, y el soberano más poderoso del occidente musulmán. Los benimerines intervinieron en los asuntos de España y chocaron continuamente con los 'Abd al Wadíes de Tremecén y, finalmente, con los Hafsíes de Túnez.
Con la anexión de estos dos Estados, Abul Hasan (1331-51), sultán de los benimerines, rehace la unidad política de toda la Berbería y consigue la supremacía de los zanátas. En menos de dos años, el Imperio de los benimerines se derrumba y da lugar a un nuevo fraccionamiento, ya definitivo, de la Berbería.
A partir del s. XV, se inicia la intervención cristiana en esta zona con la ocupación de Ceuta por los portugueses en 1415; la instalación de la autoridad turca en Argel en el s. XVI rompe la unidad cultural de la Berbería, al ponerse en contacto Argelia y Túnez con el Islam oriental, mientras que Marruecos será el refugio de la tradición andalusí.
Etnias
Los pueblos bereberes son de raza blanca en general, pero no constituyen un tipo homogéneo desde el punto de vista antropológico.
Ya en el s. XIV, el gran historiador de origen sevillano, Ibn Jaldun, distribuía a los bereberes en tres grandes tribus: los masmúda, los sanhuya y los zanáta. Los masmúda eran los más numerosos. Se concentraban, como hoy, en las regiones occidentales del norte de África, particularmente en el Atlas. Eran fundamentalmente sedentarios. Los sanhuya estaban desparramados por toda la Berbería. Aunque en su mayoría eran sedentarios, hay que señalar importantes grupos nómadas. Los zanátas procedían de la región oriental; eran nómadas, excelentes jinetes y alcanzaron las regiones occidentales en sucesivas migraciones, como ocurrió con los benimerines en los s. XII y XIII.
Lengua
Todos estos pueblos hablan o han hablado una lengua común que denominamos bereber. Es una lengua hablada, pues en raras ocasiones se ha escrito. Son muchos los dialectos bereberes y, a pesar de su multiplicidad, son evidentes sus afinidades y su origen común.
Lengua
Todos estos pueblos hablan o han hablado una lengua común que denominamos bereber. Es una lengua hablada, pues en raras ocasiones se ha escrito. Son muchos los dialectos bereberes y, a pesar de su multiplicidad, son evidentes sus afinidades y su origen común.
La orientación política actual en los Estados norteafricanos independientes favorece la difusión del árabe en perjuicio del bereber. Allí donde el bereber conserva su lengua, mantiene sus costumbres, sus instituciones e incluso sus manifestaciones artísticas, pero, cuando forma parte del proletariado de las grandes ciudades como Argel o Casablanca y vive miserablemente, se siente completamente desarraigado de su ambiente ancestral y tampoco consigue adaptarse al nuevo género de vida.
Religión
En la Antigüedad existían cultos locales entre los bereberes; los objetos de este culto eran las grutas, rocas, fuentes, montañas, ríos y las estrellas. El cristianismo es adoptado en gran parte del norte de África. Surgen algunas herejías, pero también destacan figuras notables, como san Agustín de Hipona. En la segunda mitad del s. VII, con las primeras invasiones árabes, el Islam se introduce y afianza en toda la región norteafricana. Al mismo tiempo, los bereberes conservan muchas de sus prácticas paganas, algunas de las cuales fueron adoptadas por el Islam, siendo otras consideradas como heréticas, en contradicción con los principios coránicos. Estas supervivencias son visibles sobre todo en los ritos y fiestas agrícolas. Actualmente, los bereberes, salvo minorías insignificantes, son musulmanes ortodoxos.
El judaísmo consiguió muchos prosélitos en los primeros siglos de la Era cristiana. Prescindiendo de los sefardíes, oriundos de España, la mayoría de los israelitas indígenas desciende de prosélitos anteriores al Islam. En cuanto a los cristianos, puede decirse que prácticamente desaparecen en el s. XII.
Religión
En la Antigüedad existían cultos locales entre los bereberes; los objetos de este culto eran las grutas, rocas, fuentes, montañas, ríos y las estrellas. El cristianismo es adoptado en gran parte del norte de África. Surgen algunas herejías, pero también destacan figuras notables, como san Agustín de Hipona. En la segunda mitad del s. VII, con las primeras invasiones árabes, el Islam se introduce y afianza en toda la región norteafricana. Al mismo tiempo, los bereberes conservan muchas de sus prácticas paganas, algunas de las cuales fueron adoptadas por el Islam, siendo otras consideradas como heréticas, en contradicción con los principios coránicos. Estas supervivencias son visibles sobre todo en los ritos y fiestas agrícolas. Actualmente, los bereberes, salvo minorías insignificantes, son musulmanes ortodoxos.
El judaísmo consiguió muchos prosélitos en los primeros siglos de la Era cristiana. Prescindiendo de los sefardíes, oriundos de España, la mayoría de los israelitas indígenas desciende de prosélitos anteriores al Islam. En cuanto a los cristianos, puede decirse que prácticamente desaparecen en el s. XII.
Los bereberes son fundamentalmente rurales. Los nómadas viven en tiendas y los sedentarios en casas y, a veces, en majestuosas gasbas.
La mujer bereber goza de más libertad que la árabe y de mayor consideración.
Una de las características de la Berbería musulmana es el mantenimiento del Derecho consuetudinario, todavía aplicado, oficialmente o no. Este Derecho es esencialmente oral y algunas tribus en época reciente lo han consignado en árabe o francés, pero raramente en bereber. La justicia se practica por una especie de árbitros únicos o bien por las Yamá'as o comunidades.
Una de las características de la Berbería musulmana es el mantenimiento del Derecho consuetudinario, todavía aplicado, oficialmente o no. Este Derecho es esencialmente oral y algunas tribus en época reciente lo han consignado en árabe o francés, pero raramente en bereber. La justicia se practica por una especie de árbitros únicos o bien por las Yamá'as o comunidades.
1 comentario:
Hermoso trabajo te mandaste!
Está bueno para entender el contexto.
Larga Vida a Dago!
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