La Batalla de Pavia
(24 de febrero de 1525)
Despues de una aplastante y facil victoria española sobre las tropas francesas en la Batalla de Bicocca, suceden una serie de enfrentamientos mas pequeño pero no menos dañinos para la moral francesa, que terminarian con la Batalla de Pavia para dar fin a la denominada 5° Guerra Italianas
Cae Genova y es saqueada por los imperiales.
Los famosos mercenarios suizos abandonan a los franceses.
Inglaterra entra en Calais teniendo Francisco que desdoblar su ejercito.
El
Condestable de Borbon se pasa al lado español.
Muere el aliado frances, el Dux de Venezia.
Y ademas de los imperiales se le sumaban
los Colonna (primero liderado por el mismo Colonna y luego por
Carlos de Lannoy), los
Estados Pontificios, los
Estados de Mantua, Pescara (el
Marques Fernando Avalos) y
Florencia.
Cae Sesia por lo que Francia abandona Milan (en esta retirada muere el ultimo heroe frances: El
Caballero Boyard)
La unica buena fue que el Condestable de Borbon no pudo con el sitio de Marsella, que no tuvo lider militar sino todo el pueblo se armo.
Ante esto, Francia en su retirada se concentra en Avignon, gracias a la perdida de tiempo de los imperiales en Marsella, ante esto los imperiales se retiran y Francisco envalentonado continua hasta Milan y retoma la ciudad.
Los imperiales se recluyen en la ciudad de Lodi, y finalmente en Pavia con el sitio frances inmediatamente.
A cargo de un veterano guerrero Antonio de Leyva, se organizo la defensa sobre todo no frente al enemigo sino frente al hambre y las enfermedades.
Pero mientras mas aguantaba mas tropas con refuerzos iban llegando en defensa: desde Alemania (Carlos V de España era aleman) llegaba
Jorge de Frundsberg.
Francisco I decidió dividir sus tropas. Ordenó que parte de ellas se dirigieran a Génova y Nápoles e intentaran hacerse fuertes en estas ciudades.
Mientras, en Pavía, los mercenarios alemanes y suizos comenzaban a sentirse molestos porque no recibían sus pagas. Los generales españoles empeñaron sus fortunas personales para pagarlas. Viendo la situación de sus oficiales, los dos mil arcabuceros españoles decidieron que seguirían defendiendo Pavía aún sin cobrar.
A mediados de enero llegaron los refuerzos bajo el mando del marqués Fernando de Ávalos, el virrey de Nápoles, Carlos de Lannoy, y el condestable de Borbón, Carlos III.
Finalmente llegaron los refuerzos imperiales a Pavía y los cañones comenzaron a abrir fuego.
Los franceses decidieron resguardarse y esperar, sabedores de la mala situación económica de los imperiales y de que pronto los sitiados serían víctimas del hambre. Sin embargo atacaron varias veces con la artillería a los muros de Pavía.
Pero las tropas desabastecidas, lejos de rendirse, comprendieron que los recursos se encontraban en el campamento francés, después de una arenga dicha por Leyva.
Así, los llamados "encamisados" comenzaron abriendo brechas en las posiciones francesas. Detrás, formaciones de piqueros franqueados por la caballería. Los tercios formaban de manera compacta, con largas picas protegiendo los arcabuceros. De esta forma, la caballería francesa caía al suelo antes de llegar incluso a tomar contacto con la infantería.
Los franceses consiguieron anular la artillería española, pero a costa de su retaguardia. En una arriesgada decisión, Francisco ordenó un ataque total de su caballería. Según avanzaban, la propia artillería francesa (superior a la española) tenía que cesar el fuego para no disparar a sus hombres.
Los 3.000 arcabuceros de Alfonso de Avalos dieron buena cuenta de los caballeros franceses, creando desconcierto entre estos. Mientras Lannoy al mando de la caballería y el marqués de Pescara, en la infantería, luchaban ya contra la infantería francesa comandada por Ricardo de la Pole y Francisco de Lorena.
En ese momento, Leyva sacó a sus hombres de la ciudad para apoyar a las tropas que habían venido en su ayuda y que se estaban batiendo con los franceses, de forma que los franceses se vieron atrapados entre dos fuegos que no pudieron superar. Comenzaron por rodear la retaguarda francesa (mandada por el duque de Alençon) y cortarles la retirada. Aunque agotados y hambrientos, constituían una muy respetable fuerza de combate. Bonnivet, principal consejero militar de Francisco, se suicidó. Los cadáveres franceses comenzaban a amontonarse unos encima de otros. Los más, viendo la derrota, intentaban escapar. Al final las bajas francesas ascendieron a 8.000 hombres.
El rey de Francia y su escolta combatía a pie, intentando abrirse paso. De pronto, Francisco cayó, y al erguirse, se encontró con un estoque español en su cuello. Un soldado de infantería, el vasco Juan de Urbieta, lo hacía preso. Diego Dávila, granadino, y Alonso Pita da Veiga, gallego, se juntaron con su compañero de armas. No sabían a quien acababan de apresar, pero por las vestimentas supusieron que se trataría de un gran señor.
Informaron a sus superiores. Aquel preso resultó ser el rey de Francia. Otro participante célebre fue el extremeño Pedro de Valdivia, futuro conquistador de Chile.
En la batalla murieron comandantes franceses como Bonnivet, Luis II La Tremoille, La Palice, Suffolk, y Francico de Lorraine.
Tras la batalla Francisco I fue llevado a Madrid, quedando custodiado en la Casa y Torre de los Lujanes. La posición de Carlos I fue extremadamente exigente, y Francisco firma en 1526 el Tratado de Madrid. Francisco I renunciará al Milanesado, Nápoles, Flandes, Artois y Borgoña.
Cuenta la leyenda que en las negociaciones de paz y de liberación de Francisco I, el emperador renunció a usar su lengua madre (francés borgoñón) y la lengua habitual de la diplomacia (italiano) para hablar por primera vez de manera oficial en español.